jueves, 28 de febrero de 2013

¿"A furare" o "A furore"?

El nombre del blog, como seguramente sabréis, viene de una supuesta oración que se hizo popular entre los sacerdotes de las tierras anglosajonas durante los siglos VIII y IX después de que en 793 dC una incursión vikinga arrasara un monasterio en Lindisfarna, Northumbria. La oración diría así "A furare Normannorum libera nos Domine": "De la furia de los hombres del norte líbranos, Señor".

Pues bien, un buen amigo me ha llamado la atención sobre el hecho de que la palabra latina para describir rabia o ira sería "furor" por lo que la forma latina debería ser "furore" en el fragmento de la frase que da nombre a este espacio.
Realizando una breve investigación me he dado cuenta de que en los sitios de habla anglosajona se escribe siempre "A furore Normannorum..." y a falta de conocer la fuente oficial y con un conocimiento mucho menos que rudimentario de latín no pude encontrar la forma correcta.
Buscando y rebuscando siempre me topaba con el mismo obstáculo: no se cita en ninguna parte una fuente oficial para la sucinta oración. Sumamente intrigado he seguido revisando otros blogs y foros de historia y revisando los datos que ya sabemos sobre el principio de la Era Vikinga, tras el infame asalto al monasterio de San Cuhbert en la isla de Lindisfarna.
La búsqueda ha dado sus frutos y me ha llevado la que parece ser una posible fuente de la cita de marras: "Summa pia gratia nostra conservando corpora et custodita, de gente fera Normannica nos libera, quae nostra vastat, Deus,regna" es lo que dice una letanía contemporánea a los acontecimientos que traducida con alguna libertad siginifica: "Suprema y Sagrada Gracia, protegiéndonos a nosotros y los nuestros, líbranos de la salvaje gente del Norte que asola nuestros reinos" (y aquí he de pedir disculpas por la apresurada y muy probablemente inexacta traducción. El latín no es lo mío). Parece ser que durante el auge de los nacionalismos y los primeros tímidos pasos en lo que es la historiografía moderna (durante el S. XIX), esta letanía tomó la mucho más sencilla forma que se ha hecho popular.
Lo que está claro es que el origen de la cita es absolutamente apócrifo.
Así pues podemos afirmar que la famosa oración no existió realmente durante la época de los vikingos y que, muy probablemente, la forma correcta sea "furore", dado que en inglés arcaico existe este sustantivo de la palabra de raíz latina "furor" y al fin y al cabo, el supuesto origen de esta oración estaría en Northumbria, al norte de Inglaterra. Pero la cosa no está clara, en latín también existe el verbo "furor" que significa: robar, saquear.

Dicho esto... ¿Créeis que debería cambiar el nombre del blog a la forma "furore"? ¡Espero vuestros comentarios!

La Batalla de Stamford Bridge

Hace unos días vimos los más importantes hitos en la vida del rey Hardrada de Noruega. Como pudimos leer, la vida de este personaje tan representativo de los últimos días de la era Vikinga, halló un brusco final el 25 de septiembre de 1066 durante la batalla de Stamford Bridge mientra se enfrentaba e a Harold Godwinsson por el trono de Inglaterra. Hoy vamos a profundizar en los hechos acaecidos aquel día.


Veamos los antecedentes que llevan a este sangriento conflicto:
Por un lado tenemos una lucha a brazo partido por la sucesión al trono inglés tras la muerte de Eduardo el Confesor. En esta época el heredero al trono no es escogido únicamente por linaje, sino que debe ser elegido en consejo. Esto supone que en periodos de sucesión los más poderosos jarls y thengs de Inglaterra establecen pactos, sobornan con tratados o coaccionan por la fuerza a nobles menores para lograr su apoyo al trono. El resultado en esta ocasión es que Harold Godwinsson es elegido como rey de Inglaterra. Sin embargo, su hermano Tostig Godwinsson también tiene fuertes aspiraciones al trono. Es debido a esta ambición por lo que Harold, una vez coronado, lo desterró arrebatándole el título de Earl de Northumbria.
Por el otro lado tenemos a Harald el Implacable. Un hombre con una fuerte ambición y gran experiencia en el mundo militar, como ya vimos en la anterior entrada. Tras su fallido intento de tomar Dinamarca por las armas, Harald pone sus ojos en el antiguo dominio escandinavo de las Islas Británicas. Es por entonces que recibe una invitación de Tostig para ayudarle a conseguir el gobierno de la isla, en cuyo caso le jurará lealtad al noruego convirtiéndole en rey de Noruega e Inglaterra. Harald, viendo la oportunidad, zarpa con 300 naves en pie de guerra.

La hueste de Harald (que se estima en unos 15 000 hombres) desembarca al noreste de Inglaterra, cerca de York, donde recibe refuerzos de las levas escocesas y flamencas reclutadas por Tostig. Ponen rumbo a la ciudad donde encontrarán por primera vez resistencia organizada liderada por  Edwin, el Earl de Mercia y por el nuevo Earl de Northumbria, Morcar. El resultado es indudablemente favorable para los noruegos que, en la Batalla de Fulford, consiguen la victoria tomando botín y rehenes y lo que es más importante; logrando la rendición de York. Sin embargo, en un estilo de guerra muy vikingo, tras haber tomado provisiones y rehenes los invasores regresan a sus naves, atracadas en Riccall. Así pues se marchan no sin antes haber logrado la promesa de Northumbria de apoyar las aspiraciones al trono de Harald Hardrada y de entregar mas rehenes en Stamford Bridge.

Es importante señalar ahora que no sabemos muy bien dónde tuvo lugar exactamente la batalla. Sabemos que tuvo que lucharse a orillas del río Derwent en torno al lugar donde se halla la moderna población de Stamford Bridge, pero por lo que se ha podido verificar, no existía ningún puente en aquellos tiempos. De hecho el nombre del sitio proviene de la conjunción de las palabras "stone" (piedra) y "ford" (vado), señalando un accidente natural del terreno donde el río podía vadearse. También sabemos que a un kilómetro y medio de este sitio se encontraba una antigua población romana de nombre Darventio, donde existía un puente. Así pues, si la batalla tuvo lugar en el vado, en el puente romano o si durante los hechos de aquel frenético día las tropas se movieron de uno a otro sitio, no podemos saberlo.

El caso es que el rey Godwinsson, sabiendo que los noruegos han establecido el acuerdo para la entrega de rehenes, se pone en marcha con su ejército a toda velocidad. Aquí debemos rendir homenaje al rey sajón, dado que en solo cuatro días recorre el larguísimo camino entre Londres y Yorkshire. Esto, por supuesto, coge por sorpresa a los invasores, que de ninguna manera esperan refuerzos de los sajones tan pronto. Es más, tan a salvo se creían que, debido al calor, dejaron sus armaduras en las naves para el intercambio de rehenes. Y así, con un ejército extenuado por la larga marcha y otro sorprendido y sin equipar, comienza la batalla.
La hueste noruega se había dividido, dejando a una parte de los suyos (presumiblemente para recoger a los rehenes) en la orilla occidental del río, mientras el grueso de su ejército esperaba en la orilla oriental. Los noruegos no tienen la menor idea de que están bajo ataque hasta que ven en el horizonte la nube de polvo que señala la llegada del ejército sajón. Cunde la alarma y los hombres del norte corren como al que lleva el Diablo a recoger escudo, lanza y espada para formar el muro de escudos.
Los vikingos que esperaban en la orilla occidental fueron rápidamente aniquilados por los sajones que les superaban en número y armas, sin embargo algo retrasa el cruce del río y permite a la hueste vikinga prepararse.
Si hacemos caso a las Crónicas Anglo-Sajonas, el motivo de esta interrupción es un huscarl, que provisto de una hacha danesa o hacha de dos manos, toma el puente y no permite cruzar a nadie. Según dicho documento este guerrero (que merece sin duda un lugar en las sagas) mató a 40 sajones antes de que un lancero le hiriera de muerte desde el lecho del río usando una larga lanza.
Sea como fuere, el caso es que los sajones cruzan finalmente el río y traban escudos con los invasores. La batalla que sigue es breve y brutal. Los noruegos se retiran a la única posición defendible, High Catton, donde establecen una defensa fútil. Por un momento parece que las tornas van cambiar cuando los refuerzos que habían permanecido con las naves en Riccall, al mando de Eystein Orri, llegan extenuadas pero completamente equipadas para unirse a la batalla y lanzan una carga feroz en lo que la tradición noruega describe como "El asalto de Orri", pero finalmente fueron superados y Orri halla la muerte. También hallan la muerte el rey Hardrada, atravesado por una flecha y Tostig Godwinssson, y el estandarte noruego Landøyðan, que no había conocido derrota en dos décadas, fue pisoteado por los sajones victoriosos.
En la desbandada que se produce tras la derrota la mayor parte de las fuerzas noruegas son aniquiladas. Hasta tal punto llega la carnicería que de las 300 naves que inciaron la campaña, únicamente 20 regresan al hogar. Sin embargo la victoria de Harold Godwinsson será breve, ya que solo tres semanas después morirá también atravesado por una flecha en la Batalla de Hastings.

Hoy en día, en la población de Stamford Bridge, podemos encontrar un monumento en el que escrito en noruego e inglés se puede leer:

LA BATALLA DE STAMFORD BRIDGE FUE LIBRADA EN ESTOS ALREDEDORES EL 25 DE SEPTIEMBRE DE 1066

lunes, 25 de febrero de 2013

Harald Hardrada, el último vikingo

Para muchos comentaristas sobre la materia la Era Vikinga finaliza con la fallida ofensiva del rey Harald Hardrada o Harald el Implacable sobre Inglaterra. Si bien sabemos que este rey noruego ya profesaba la fe cristiana, su osada travesía a la cabeza de un ejército escandinavo para reclamar el trono de Inglaterra es para algunos (por influencia de la cultura británica) la última expedición vikinga.
Se estima que Harald III de Noruega, o Harald Sigurdsson, nació alrededor de 1015 dC, aunque sabemos con certeza que murió el 25 de spetiembre de 1066 dC en la Batalla de Stamford Bridge enfrentándose al rey Harold Godwinsson. La historia de este personaje es un buen ejemplo de lo que es ser un buen vikingo: Harald pasó alrededor de quince años como soldado de fortuna en Kiev y luego Bizancio, así que estamos ante un auténtico varego.
Como aspirante al trono de noruega, Harald compartió campo de batalla con otros dos ilustres personajes del mundo escandinavo de la época, su medio hermano Olaf Haraldsson (que sería en años por venir rey de Noruega) y Canuto el Grande, al que se enfrentó en la Batalla de Stikesland (1030 dC) para reclamar el trono de su país, por aquel entonces en manos de los daneses. Fue a raíz de la derrota en Stikesland que Harald tuvo que afrontar el exilio y comenzó su vida de mercenario (algo que es muy frecuente entre los grandes vikingos).
La banda de Harald luchó junto a los rus de Kiev a las órdenes del Príncipe Yaroslav el Sabio y Hardrada ganó renombre y se le dio rango de capitán entre aquellas gentes. Sin embargo, su ambición le lleva en 1034 a Miklagard (la Gran Ciudad) o Constantinopla, donde se unió a la Guardia Varega. Durante este periódo Harald gana una gran experiencia en las acciones de guerra y amasa una considerable fortuna. Finalmente, en 1042 abandona Bizancio hastiado de las intrigas de la corte y regresa a Kiev donde, con la ayuda del Príncipe Yaroslav, planea al fin regresar a Noruega a reclamar sus derechos sobre el trono que ahora está en manos de su sobrino, Magnus el Bueno, que se ha convertido también en rey de Dinamarca.
Magnus no desea luchar contra su propio tío y ofrece a este la posibilidad de compartir el gobierno de su reino. Harald, que conoce los riesgos y costes de una campaña militar, acepta este arreglo y durante un año tío y sobrino actúan como monarcas. Sin embargo, en 1046 Magnus muere y Olaf, casi 16 años después de su fallida campaña anterior, se convierte al fin en el único rey de Noruega.
Es en este tiempo en el que Harald se gana el apodo de implacable: con una fuerza súbita y brutal (y algunos dirían que desproporcionada), el rey aplasta cualquier posible oposición a sus derechos y perfila la unión territorial de la moderna Noruega bajo el mando de un único gobernante. Este es un período de paz y estabilidad y sabemos que incluso se acuñó moneda con la efigie de Harald el Implacable.
Sin embargo, su período en Bizancio ha dado a Harald una perspectiva de lo que supone un auténtico imperio y el antiguo varego decide instaurar su propio feudo en el norte. Es bajo esta premisa que, reclamando el gobierno de Dinamarca, Harald lanza numerosos ataques contra las costas danesas que, aunque exitosos, no le otorgarán la corona que desea. Pero casi al mismo tiempo que Hardrada renuncia a sus aspiraciones al trono danés, en Northumbria se le abre la puerta a convertirse en rey de Inglaterra cuando Tostig Godwinsson, hermano del rey Harold Godwinsson, le jura lealtad dándole un casus belli.
La invasión de Inglaterra empieza como un gran éxito. Los noruegos desembarcan en Northumbria y acaban con el ejército local en la Batalla de Fulford, cerca de York. Lamentablemente, el reinado de Harald encontró un brusco final cuando, en la Batalla de Stamfrod Bridge, una flecha inglesa atravesó su cuello mientras luchaba sin armadura al frente de sus tropas.

Como habéis podido leer este hombre fue todo lo que se espera de un vikingo: monarca exiliado, mercenario, soldado, conquistador y halló la muerte en batalla. Es por esto que muchos le consideran el último rey vikingo, aunque su influencia en el mundo británico (¡Incluso después de muerto!) por el papel que jugaron algunos de sus hombres en la posterior Batalla de Hastings también ha hecho mucho por inmortalizar su nombre.

viernes, 22 de febrero de 2013

Cinco mitos o malinterpretaciones acerca de los vikingos

Cuando uno empieza a interesarse por los vikingos, sin duda pensará en guerreros sedientos de sangre e hidromiel empuñando hachas y con pintorescos cascos con cuernos por adorno. Desgraciadamente la imaginería popular está colmada de estereotipos a veces no muy acertados y este no es un caso distinto.
La realidad es que en el caso de los vikingos la verdad sobre sus características culturales, religiosas y militares se ha visto rodeada de tremendas inexactitudes debido principalmente al furor nacionalista germano y escandinavo del S. XIX y más adelante en el S. XX por las no especialmente rigurosas licencias tomadas por las industrias del cine y la música. Sin embargo muchos de estos errores también tienen su origen en errores de traducción o interpretación de las sagas o en relatos exagerados de pueblos no vikingos -y no contemporáneos a estos- años después de haber sido sus víctimas.
He aquí cinco grandes errores comunmente asociados a los vikingos:

1. La palabra vikingo: En la actualidad es frecuente referirse a los pueblos escandinavos de la Era Vikinga (S. VIII - S. XI)  bajo el término genérico "vikingo". La realidad es que la raíz etimológica de esta palabra, aunque no muy clara, hace referencia a los "guerreros del mar" o los "venidos del mar" (vikingr en antiguo nórdico) y el sustantivo femenino viking significa literalmente "expedición marítima". Así pues cuando hablamos de vikingos nos referimos únicamente a esa fracción de la población escandinava que se embarcaba en empresas de saqueo, piratería, comercio o conquista. Referirse al conjunto de pueblos escandinavos de este período con el genérico vikingo no es más correcto que referirse a, por ejemplo, los cristianos de la Reconquista como hidalgos.

2. Los cascos con cuernos: Este es un viejo clásico. A día de hoy sabemos por los restos arqueológicos encontrados que los vikingos no usaban cascos con cuernos. Este error tiene su origen principalmente en las ilustraciones y grabados del S XIX que se basaron a su vez en una información sesgada para representar a los guerreros escandinavos de esta era. Ciertos restos arqueológicos del Periodo de las Migraciones (S. V - S. VII) muestran que, en efecto, los pueblos germanos de eras anteriores portaron cascos astados y que su uso se prolongó en el ámbito religioso y ceremonial hasta el principio de la Era Vikinga. Los yelmos escandinavos que se usaban para la guerra se caracterizan principalmente por el "antifaz" que cubre parte del rostro de su portador y sabemos que en algunos casos estaban adornados con alas de ave o con penachos, sin embargo el yelmo más habitual podría haber sido el spangenhelm. El yelmo cónico con nasal que tantas veces hemos visto en la ficción cinematográfica.

3. Los drakkar: La palabra drakkar, que proviene del islandés y significa "dragón", ha sido usada con frecuencia para referirse a las embarcaciones de los vikingos. El término, sin embargo, parece ser un anacronismo de una época posterior cuando estas naves ya no estaban en uso. El nombre deriva de la costumbre por parte de los guerreros escandinavos de colocar sobre la quilla de sus naves tallas con forma de bestias espeluznantes cuando iban a la guerra. Hoy en día sabemos que estos mascarones de proa eran de "quita y pon" y que cumplían una función espiritual destinada a espantar a los espíritus de las tierras que iban a atacar. Durante la Era Vikinga ver llegar una flota de embarcaciones con este adorno debió ser terrorífico para los objetivos de ataques muchas veces inesperados.
El término adecuado para referirnos a las embarcaciones que usaban los vikingos es langskip, que significa barco largo.

4. Los vikingos eran los mejores marineros del mundo: Otra exagerición fruto de la admiración más que del sentido común. Hoy por hoy sabemos que los escandinavos usaban principalmente navegación de cabotaje, dependiendo de mantener la costa a la vista para orientarse en la mayoría de sus viajes por mar. Si bien existía el concepto de navegación atlántica y se usaba para determinadas empresas, sabemos que se hacía de forma poco frecuente y que entrañaba grandísimos riesgos. Si tomamos las sagas como ejemplo debemos suponer que la frecuencia con la que las flotas se veían retrasadas por el temporal, se extraviaban o incluso sufrían naufragios era bastante elevada.
Sin embargo es cierto que los escandinavos dominaron, tanto como les permitió su tecnología, el arte de la navegación. Sabemos que los escandinavos recorrieron las rutas desde el Báltico hasta el Mediterráneo con frecuencia y que descendieron por el río Dnieper hasta Miklagard (Constantinopla) en numerosas ocasiones. También sabemos que establecieron rutas poco frecuentes con Islandia, Groenlandia y Vinland, lo que debió suponer todo un reto.

5. Los berserker: En la imaginería popular se ha instalado este estereotipo de guerrero enajenado que ignora el dolor en una especie de trance de combate. Sin embargo, por lo que sabemos hoy en día, este tipo de luchadores solo ha existido en las fábulas románticas de escritores de períodos posteriores. Si bien es cierto que en las sagas se hace referencia a los berserker (piel de oso, literalmente) es probable que la imagen que tenemos de ellos sea fruto de errores más o menos intencionados a la hora de traducir y recopilar las sagas. Por ejemplo, la palabra que sirve para identificar a estos guerreros, podría indicar únicamente que los guerreros de élite de un determinado jarl (un pequeño rey) vestían capas de piel de oso.


Como veis la mayoría de preconcepciones que existen popularmente sobre los vikingos están fundadas en exageraciones que no resisten un estudio meticuloso, pero esto suele ser así con todas las facetas de la historia. Es por esto que debemos siempre mantener cierto escepticismo cuando se nos presente una trama heróica a través de la literatura o la ficción. No obstante, o al menos ese fue mi caso, al desmitificar a los vikingos y dotarles de una realidad dentro de un contexto histórico, se han convertido en un tema mucho más interesante y mucho más cercano. ¿Qué opináis?

Comienza el viaje

Bienvenidos a mi blog.

¿Por dónde empezar? Supongo que por mi relación con el tema que voy a tratar: los pueblos escandinavos durante la llamada Era Vikinga.
Creo que siempre he sentido fascinación por la Edad Media, desde las proezas de la Reconquista hasta el fervor de las Cruzadas, pasando por el esplendor de Constantinopla, los feudos interminables de las Islas Británicas y las gestas narradas por el de Troyes. Sin embargo de entre todas las culturas, de entre tantos conflictos y de entre tantos períodos siempre acabo por volver al que más me apasiona, la Era Vikinga.
Todo empezó de forma bastante casual, viendo en la televisión (cuando aún se emitían películas clásicas) la obra de Fleischner de título inequívoco: Los vikingos. Puede que fuera por el caracter temerario y salvaje de sus protagonistas, o por la profundidad con que son tratados; tal vez fue la magnifica escena final del asalto al castillo o el grito desgarrado de "¡Odín!" proferido por un brillante Kirk Douglas... El hecho es que esa película dejó una importante impronta en mí, que con los años no hizo otra cosa que desarrollarse.
Por supuesto mi aproximación al mundo escandinavo de la Edad Media tuvo en un principio un caracter muy inmaduro, fruto de ver películas de una rigurosidad tremendamente cuestionable y escuchar discos de heavy metal que contenían más pasión que erudición. Recuerdo, no sin cierto bochorno, haber hecho afirmaciones de una candidez inigualable al mantener discusiones con amigos y conocidos acerca de este tema para años después y tras haber leído un poco más, darme cuenta de los profundos errores en mis planteamientos de adolescente. Sin embargo, poco a poco, la forma en que abordaba mis pasiones terminó por madurar al tiempo que lo hacía yo y pude, por fin, aproximarme a los vikingos sin prejuicios, descartando ideas preconcebidas en favor de un analisis más académico. Fue por este entonces cuando aprendí la cita que da nombre a este espacio "A furare Normannorum libera nos Domine"; de la furia de los hombres del norte, líbranos, Señor.
Y aquí estoy, dispuesto a comparitr con vosotros lo que he aprendido, pero sobre todo dispuesto a seguir aprendiendo. Es importante para mí señalar que al crear este espacio no pretendo representar el papel de un erudito en la materia. En ocasiones cometeré errores y espero que, con la ayuda de quienes leáis este blog, mis conocimientos acerca de los pueblos escandinavos durante la Era Vikinga no dejen de crecer.

 Sin más, gracias por dedicarme vuestro tiempo.